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lunes, abril 21, 2014

RELACIONES AMOROSAS - Pamela Kribbe


Jeshua canalizado por Pamela Kribbe 2013 – www.jeshua.net
Traducción del inglés por Sandra Gusella

Queridos amigos,

Soy Jeshua. Los saludo a todos con sinceridad. Estoy aquí con mi corazón pleno. Quiero compartir con ustedes, porque ustedes son mis hermanos y hermanas y siento una profunda afinidad con ustedes. No soy ni superior ni más que ustedes, somos uno.

Nos embarcamos juntos a plantar la semilla de la energía Crística en la Tierra, una semilla que con el tiempo lentamente crecería y brotaría a una flor totalmente madura. En esta época en la Tierra culmina este viaje. Es el momento en el cual muchas plántulas comienzan a desarrollar, y de muchas maneras ustedes son las flores en ciernes. Juntos formamos una unidad, un colectivo de almas quienes se dedican al nacimiento de una nueva conciencia. Entonces no me vean más como a un maestro por encima de ustedes, sino como a un amigo quien los sostiene de la mano y quiere compartir con ustedes su amor, porque yo los amo profundamente.

Ustedes desean intensamente el amor. Lo buscan en las relaciones con los demás, y también a través de la conexión con lo divino. Pero en verdad lo que están clamando yace dentro de ustedes; es su propia naturaleza divina, la parte de ustedes que es una con la alegría y el amor incondicional. Cuando experimentan esta parte vuestra, se siente como volver al hogar. Todo lo demás en vuestras vidas se vuelve fácil, liviano y alegre. Son uno con ustedes mismos y no necesitan nada fuera de ustedes para sentirse bien. Son una unidad por sí mismos – y aun así se sienten conectados con todo lo demás de un modo íntimo y profundo.

Lo que es paradójico acerca de las relaciones es que ustedes sólo pueden estar íntimamente conectados con otra persona si son capaces de abrazar la unidad dentro de ustedes mismos. Si están listos para aceptarse, con las cargas del pasado, con vuestros altibajos – entonces hay espacio para otra persona con su individualidad única. Entonces ya no están usando a la otra persona para volver al Hogar. En cambio, comparten el Hogar que llevan dentro de su corazón con la otra persona. Esta clase de relación pasa a ser una celebración conjunta, un compartir, y es una relación sanadora, ya sea con una pareja, con un amigo, o un hijo; no hay ninguna diferencia esencial. Sin embargo, las relaciones de amor – relaciones de pareja – son las relaciones que más piden de ustedes. Los tocan profundamente y agitan profundas emociones, porque ellas parecen sostener la promesa de volver al Hogar como ninguna otra relación lo hace.

Antes de hablar acerca de las relaciones amorosas, quisiera recordarles que el Hogar que ustedes añoran, esa unidad original de la cual ustedes nacieron como un alma, no está lejos. Pueden decir que en el reino del tiempo fue hace muchísimo tiempo que iniciaron su partida, simbólicamente hablando, del Paraíso. Cuando ustedes tomaron su propio camino como un “alma en un cuerpo” y eligieron una cierta forma en la cual manifestarse y someterse a experiencias y visitar diferentes lugares en el universo.

Cuando nacieron como un alma individual y emprendieron vuestro viaje, ustedes renunciaron a esa unidad primordial, la cual pueden imaginar como un cálido manto de luz y amor que era tan familiar para ustedes. Una unidad donde siempre sentían la presencia segura de un Padre-Madre-Dios, y entonces nunca tenían miedo de estar solos o de ser rechazados. Estos conceptos “negativos” ni siquiera estaban en vuestra comprensión, y sin embargo un poder arquetípico estaba trabajando en Dios quien les dio a luz desde el útero de esta unidad Padre-Madre-Dios.

¿Cuál fue el propósito de ese nacimiento? ¡El que todos pudieran llegar a ser dioses independientes! El que ustedes mismos pudieran convertirse en el punto de partida de una fuente Padre-Madre-Dios de calidez y amor desde la cual una infinidad de seres fuesen creados y emergiesen. Pero la despedida en el comienzo llegó a ustedes como una conmoción. Se dieron cuenta de que con esta separación de la unidad venía el conocimiento de que para verdaderamente experimentar el proceso de evolución, no podían saber nada de antemano. Comprendieron que sólo podían separase de la unidad primordial siguiendo únicamente su propio camino como un alma individual, quien por primera vez se familiariza con el miedo, la desolación y la oscuridad de no saber y no comprender.

Ustedes aún acarrean esa experiencia original de desolación y soledad, la cual puede surgir muy fuertemente en la arena de las relaciones amorosas. Pero antes de abordar esas relaciones, quiero recordarles que tienen la posibilidad de experimentar esa conexión primordial en todo momento. Cuando se duermen sin sueños, ustedes dejan vuestro cuerpo y se conectan con la fuente más profunda de la cual vienen, con Dios, si quieren llamarlo así, o con vuestro núcleo más profundo: esa parte vuestra que nunca deja el Paraíso y aún está ahí. Aunque lo dejaron hace billones de años, la unidad aún está dentro de ustedes; es una parte inalienable de vuestra conciencia. Durante la noche, si vuestra mente no está demasiado activa y se rinden al sueño y a los reinos no físicos a los que entran, entonces, a medida que dejan vuestro cuerpo, asimilan esa Fuente y de este modo se refrescan. También en vuestra vida diaria, pueden establecer la conexión con esta realidad del espíritu divino, de la cual son una parte íntima. Volviéndose muy serenos, pueden sentir esa presencia aquí y ahora. Los invito a sentir cómo juntos, como uno, todos nosotros constituimos una parte de ese rostro original de Dios.

Imaginen que en el medio de vuestro pecho, en vuestro chacra del corazón, hay un cristal brillante, hermoso. Imagínenlo ahí y sientan su poder: un cristal puro, claro en el cual todas las caras simultáneamente reflejan vuestras numerosas experiencias. Este corazón de cristal también está conectado con todo lo que los rodea. Los sentimientos que reciben de los demás pueden ser reflejados por este cristal, y así al recibir sus estados de ánimos y emociones a través del cristal, llegan a comprender a los demás. Desde este corazón de cristal ustedes comprenden las experiencias de los demás: sus penas y decepciones son claras para ustedes.

Este corazón de cristal está conectado a los corazones de todos los seres vivos, porque todos somos uno. Y sin embargo ustedes también pueden sentir que este corazón, que llevan en vuestro pecho, les pertenece: es vuestro corazón del alma. Sientan cómo ambos aspectos van juntos. Están conectados a nivel del corazón – un campo horizontal que los conecta con todo lo que está vivo – de modo que no hay separación ya que todos somos uno. Sin embargo ustedes también son “uno”, queriendo decir que ustedes son ustedes, y nadie más es exactamente como ustedes. Son un ser individual y hay una línea vertical que los conecta directamente con vuestra Fuente, con Dios. Están en este cuerpo físico, el cual es el portador de vuestro corazón, vuestra propia pieza de la conciencia de Dios.

Sientan la inmensidad de este cristal: la conciencia infinita que les pertenece y aun así puede ir a donde quiera. No está atada a este cuerpo, aunque ahora está en este cuerpo, temporalmente, pero es una energía tan vasta que finalmente no está atada a ninguna forma. Ustedes son esta conciencia; han traído una pieza de la fábrica divina del Padre-Madre-Dios con ustedes aquí a la Tierra. Están enteros y completos dentro de ustedes mismos, y son los guardianes de este corazón de cristal. Recuerden esto, mientras ahora examinamos el tema de las relaciones amorosas.

Cuando ustedes se enamoran de otra persona, a menudo se vive una experiencia intensa de encanto al comienzo de la relación. Parece como si algo se abriera dentro de ustedes, algo que estuvo mucho tiempo escondido y que sólo puede ser descubierto por la mirada de ese otro. Las demás personas no parecen ver ese “algo” dentro de ustedes, pero vuestro ser amado despierta la belleza desnuda de quienes son. Regresa vuestra pasión y entusiasmo por la vida, se sienten vistos y amados, y van a experimentar vuestra propia profundidad – vuestra maravilla. Eso es lo que ustedes experimentan en la infatuación. Y aunque parece tener que ver con el otro, en realidad tiene que ver con ustedes, con lo que el otro evoca dentro de ustedes, lo cual es delicioso, ¡un milagro! Sólo entonces parecen estar despiertos y sentir cuánto tienen para dar y cuánto pueden ser amados.

En ese momento, las personas usualmente se intoxican con la admiración y la maravilla de esta infatuación que experimentan, y se atan ciegamente a la persona que despertó este sentimiento dentro de ellos. Ella o él tiene la “varita mágica” en sus manos, y lo que al comienzo llevó a una revelación, y a un sentimiento amoroso hacia ustedes mismos tanto como hacia el otro, gradualmente lleva a perderse de uno mismo, ya que se vuelven totalmente enfocados en el otro.

Entonces comienza una batalla con el otro. Ustedes querrán poseer la parte de ellos que los hace sentir tan bien. Y el otro a manudo hace lo mismo con ustedes, y ambos se van confundiendo inmensamente por esta lucha de tirar de la cuerda. De esta manera, lo más elevado que pueden darse uno al otro finalmente saca lo más bajo, a saber, los celos, la dependencia y las luchas de poder. Ésta es una caída extremadamente dolorosa que casi todos han experimentado en su vida.

¿Cómo sucede esta caída? Hay dos partes dentro de ustedes. En ese corazón de cristal que describí, hay un amor en ustedes que puede ver al otro exactamente como él o ella es, y que puede experimentar la belleza que hay ahí. Desde este espacio en vuestro corazón, pueden entrar a una conexión constante y equilibrada uno con otro, en la cual ustedes reconocen lo divino en cada uno y en la cual además no pierden de vista lo humano en cada uno. Ustedes le permiten al otro su dolor, su desconfianza, sus decepciones y su resistencia.

Pero en vuestro vientre hay otra energía en juego, algo que puede ser muy fuerte, una fuerza destructiva en la infatuación. Yo llamo a esta energía el niño interior abandonado, quien lleva dentro un dolor muy fuerte y profundo que va hacia atrás a ese dolor original del nacimiento cósmico de dejar la unidad Padre-Madre-Dios. Este niño también despierta cuando ustedes se enamoran, y este niño tiene muchas emociones que pueden oscurecer vuestro corazón. Estas emociones pueden envolver al corazón de cristal y nublar el hecho de que ustedes son la fuente de la delicia y dicha que experimentaron en las etapas iniciales del amor romántico. Esos sentimientos tenían que ver con ustedes y el espacio que ustedes se dieron a sí mismos, lo cual se hizo posible por el otro, pero aun así tiene que ver con ustedes.

Sin embargo, el niño en ustedes, quien está dolido y clamando por la atención, el amor, y el reconocimiento que ha perdido hace tanto tiempo, puede estar tentado a tomar del cuello a su pareja; quiere agarrarse a toda costa para obtener por sí mismo lo que le falta.  De este modo, el niño y el corazón de cristal pueden terminar en dos lados opuestos. Lo que al principio parecía ser muy hermoso, se vuelve una relación destructiva donde van a pelear uno con otro y a entrar en una lucha que nadie quiere, pero que de todos modos sucede.

En el momento en que la magia amenaza con desaparecer, ustedes pueden llegar a desesperarse. A toda costa quieren aferrarse a su pareja, porque alguna vez sintieron una sensación de amor absoluto con esa persona. Van a pelear para agarrarse de ellos, y vuestros viejos dolores, vuestras emociones de ira, de miedo al abandono, incluso odio, pueden entrar en jugo. Incluso entonces es muy difícil soltar a la otra persona, porque serán movidos por un recuerdo de cuán bueno fue cuando todo estaba en armonía.

En esta etapa es muy importante que sepan cuándo soltar. En el momento en que sienten que vuestra relación entra en una espiral descendente, y que van a acusarse y a culparse uno al otro, es momento de dar un paso atrás. Pueden hacerse tanto daño uno al otro, precisamente porque se han tocado uno al otro tan profundamente, y ese dolor es difícil de curar.

Entonces atrévanse a dar un paso atrás cuando sientan que están fuera de control, que están siendo arrastrados por emociones que les impiden acercarse a vuestra pareja con un corazón abierto. Pueden sentir un profundo miedo a ser abandonados, o justo lo opuesto: un miedo a conectarse tan profundamente con alguien que se pierden en eso. Puede haber otras emociones tales como la ira o los celos, pero lo que es importante es que se den cuenta de cómo las emociones más intensas tienen que ver más con ustedes que con la relación. La relación dispara las emociones, pero ellas mismas derivan de causas más profundas.

Lo que importa ahora es que ustedes se vuelquen hacia el niño interior herido y abandonado, quien es la causa real de su desequilibrio emocional. Hacer esto no es responsabilidad de vuestra pareja. Y ustedes tampoco son responsables del niño interior de vuestra pareja. Hacer a alguien más responsable de su dolor y esperar que ellos lo sanen lleva a una enorme confusión en las relaciones.

Entonces, ¿cómo pueden ver cuando la relación, la cual inicialmente fue una unión amorosa, está yendo mal y se está volviendo desequilibrada? En realidad, hay signos claros, y una de las formas de descubrirlo es hacer un ejercicio simbólico con su niño interior.

Imaginen que en este momento están parados frente a vuestra pareja. O tomen a alguien que sea muy importante para ustedes, si actualmente no tienen pareja, y permitan que su niño interior se pare a vuestra izquierda. Simplemente imagínense como un niño en algún lugar a la edad de diez años, y quédense con ese niño a vuestra izquierda opuesto a vuestra pareja. Ahora vean cómo responde el niño a vuestro ser querido. Observen la primer reacción de ese niño. Pregúntenle al niño: “¿Qué te atrajo a él o a ella? ¿Qué encuentras tan irresistible? ¿Qué fue lo que tocó tu corazón, qué te fascinó? Y luego pregunten: “¿Cómo te sientes ahora?”.

¿Le sucedió algo a esa cualidad original? ¿Aún puede el niño sentir ese amor? En una relación sanadora, esa cualidad única aún está muy presente. Aún los alimenta, aún los abriga, mientras que al mismo tiempo vuestra pareja ha adquirido una forma más humana, con sus propios problemas y altibajos. Sin embargo, algo de esa magia original aún está ahí, y debido a esa magia, los problemas pueden ser superados. Si ustedes notan que la magia está ausente, si vuestro niño interior en realidad no se siente amado o se siente tratado injustamente, entonces está pasando algo que necesita vuestra atención. Tómense el tiempo para descubrir esto con vuestro niño interior.

Para aclarar la situación, suelten la imagen del niño interior y ahora imaginen que están en frente de la pareja que han elegido y miren cómo la energía de dar y recibir fluye entre ustedes. Primero, vean qué es lo que le dan al otro y siéntanlo, y no tiene que ser expresado en palabras, mientras lo sienten. Observen lo que fluye hacia ustedes desde el otro, y sientan cómo se sienten en este momento. ¿Se sienten más energizados debido a este dar, o se sienten vacíos y exhaustos? ¿Es inspirador dar, o ustedes se quedan agotados al hacerlo? Sosténganse en ese primer sentimiento.

Luego de observar lo que ustedes le dan al otro, observen la interacción inversa. ¿Qué es lo que reciben del otro? Tan sólo confíen en vuestro primer sentimiento a medida que viene a ustedes. ¿Se siente bien lo que reciben? ¿Hace que vuestro corazón se abra más? ¿Se sienten más felices con ustedes mismos como resultado de lo que reciben? La esencia de una relación sanadora es que el otro les da algo que crea alegría en vuestro corazón.

Finalmente, hay otro signo de una relación destructiva. Desde vuestro plexo solar – un lugar cerca de vuestro estómago – sientan una “cuerda” de energía que los conecta con el otro. Si son sensibles, tal vez puedan experimentar esa cuerda. Lo que están buscando es el sentimiento de que ustedes necesitan poseer al otro; que cunda el pánico ante la idea de que el otro no esté más aquí; que algo tira de la cuerda. Si ustedes sienten eso, entonces eso es esencialmente una cuerda energética umbilical que los conecta con el otro, y que les da el sentimiento de: “yo lo necesito, no puedo hacerlo sin él o ella”. Ese sentimiento de pánico les muestra que no operan de forma independiente, o al menos piensan que no son capaces de hacerlo sin el otro, y tal dependencia puede conducir a una relación destructiva.

En una relación sanadora, es natural extrañarse mutuamente si de un modo u otro fuesen separados. Es natural disfrutar y por lo tanto añorar la compañía del otro. Ustedes pueden querer al otro, pero no necesitan al otro. Pero en una relación destructiva, hay en juego algo maligno. Hay un sentimiento de que ustedes no pueden hacerlo o estar sin el otro, que son dependientes del otro para vuestro bienestar – ¡tal vez para vuestra propia vida! – y esto sustancialmente los debilita. Hay un profundo miedo de posible rechazo por parte del otro, y eso los hace sentir pequeños y constreñidos, y toda la relación ya no tiene ese espacio alegre y esa libertad que tenía al principio.

Traten de sentir estas cosas por ustedes mismos, calmadamente, a vuestro propio modo. Y no tengan miedo de hacer espacio en la relación para permitirse sentir esta clase de cosas. Porque una vez que se hallan en una espiral negativa en una relación, a menudo es necesario que las personas se distancien una de otra, físicamente y emocionalmente, para darse cuenta dónde está parado cada uno. En ese momento no suele ser útil tratar de hablar las cosas. Es necesario que vuestros campos energéticos primero se liberen uno de otro para ganar el espacio suficiente que les permita volver al centro de vuestro corazón de cristal. Desciendan con vuestra consciencia dentro de ese hermoso cristal claro que es vuestra esencia. No dependan de otros para experimentarlo en ustedes; está ahí para ustedes – siempre. Es el susurro de Dios que pueden oír en el silencio.

Sientan entonces cómo, desde el cristal, irradian rayos de luz hacia el niño en ustedes que aún sufre dolor y quien aún está buscando fuera de sí mismo la aceptación, el amor y la seguridad. Dejen que vuestros rayos de luz caigan sobre el niño, y literalmente pueden ver que la luz del cristal parece anclarse al fluir más y más profundo hacia abajo hacia vuestro vientre y todo el camino hacia abajo a través de vuestras piernas hacia la Tierra.

Ésta es vuestra luz, ¡vuestra Luz del Alma única! Están aquí para experimentar esta luz en un cuerpo en la Tierra. Vuestra luz particular es única, es vuestra Luz de Ángel, y si permanecen conectados a ella, entonces atraen relaciones amorosas a vuestra vida. No tienen “necesidad” de otro. Y además tampoco tienen necesidad de hacer del otro algo “perfecto”: alguien quien finalmente los ve a ustedes en la perspectiva de vuestro deseo, y quien incondicionalmente los comprende y los abraza del modo que ustedes quieren que lo haga.

El amor y la aceptación incondicional van a ser encontrados sólo en vuestro propio corazón – por y para ustedes mismos. No carguen a otro con ese deber. Ese amor incondicional es algo entre ustedes y vuestro Ser. Esto sólo pueden dárselo a ustedes mismos, y cuando lo hacen, se volverán una fuente de amor para los demás, porque entonces ustedes se habrán vuelto completamente honestos y verdaderos con ustedes mismos. Se aman a sí mismos, incluyendo la parte oscura: ese niño en ustedes quien a veces lucha y está atormentado.

Cuando ustedes se aman a ustedes mismos, les resulta más fácil ver a la otra persona bajo una perspectiva real. Ya no tienen que tomarse tan personalmente las cosas ofensivas o hirientes que a veces él o ella dice o hace. Sus acciones o reacciones les pertenecen a ellos, y se vuelve más fácil no responder tan emocionalmente a eso. La otra persona ya no es responsable de la salvación de vuestra alma – ustedes lo son. Ustedes son los maestros de vuestro mundo, de vuestra realidad.

Todos ustedes están en este camino de autorrealización, y ya están tocando a otras personas con vuestro corazón de cristal: les están dando chispas de amor y de esperanza. Les agradezco por venir a la Tierra en esta época, en este período de cambio y de transición. Estoy con ustedes y me preocupo por ustedes profundamente. Son mis hermanos y hermanas, y los amo.

© Pamela Kribbe
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